Adolfo Pacheco Anillo murió y el pueblo colombiano guardará una gran deuda con el último Juglar de los Montes de María. Al versado compositor le fue negado hace varios años el Premio Nacional Vida y Obra a un artista. En la fase final muchos dimos por descontado que era un Premio cantado para este artista debido a todo el invaluable aporte hecho a partir de las músicas del Caribe colombiano. Sin embargo, quedó el sinsabor para esta Región que veía como se esfumaba un galardón al que le hicimos fuerza porque era mucho más que merecido.
Pero en el alma de un artista no hay espacio para los resentimientos ni para las lamentaciones. Adolfo Pacheco siguió cumpliendo su misión en la tierra la cual consistió en componer y cantar canciones. Aunque lo que hacía realmente a través de ellas era regalarnos verdaderas obras pictóricas; no en vano en alguna de sus canciones se definió como el mejor pintor.
Analizar la obra musical de este Juglar nos lleva a comprender esa estrecha, extraña y excitante relación que existe en la práctica de las áreas artísticas. No nos puede sorprender que la prodigiosamente de Adolfo Pacheco a través de sus composiciones fuera capaz de dibujar la nostalgia ocasionada por la partida del Viejo Miguel, que, además, con magníficos colores dibujara la Hamaca Grande y que en su galería encontremos cuadros del folclor y de la naturaleza.
Pero debemos comprender que como en la vida de todo mortal, en la de Adolfo Pacheco también hubo espacios para momentos lúgubres y es entonces cuando desde las profundidades de su alma nos recuerda que tuvo las capacidades para pintar negra la tristeza y la acuarela del dolor,
Hurgando entre costumbres cotidianas de su infancia y quizá frente a realidades de amores furtivos pintó al óleo el amor, así, sin pincel y sin paleta. Nos da a entender quizá que no importan las técnicas usadas para elaborar una obra de arte. Lo importante es que el sentimiento tenga la fortaleza de transgredir territorios que parecieran prohibidos, así lo hizo este artista de la música, buscando como el poeta la armonía en el color.
Pero hubo espacios en su obra para cantarle al amor, así quedó evidenciado en Mercedes y aunque no parece en este sentido se expresa en el Mochuelo. En sus propias palabras estas dos canciones son himnos a la pureza del sentimiento del ser humano hacia otras personas.
En últimas solo atino a decir que Adolfo Pacheco Anillo fue un hombre que a la gente de su pueblo con canciones dibujó y tuvo la osadía de crear una Hamaca Grande para que de manera eterna el pueblo vallenato meciéndose en ella cante.
Buenavista (Córdoba), enero 28 de 2023.